¡Disculpad mi osadía!


La fortaleza de la soledad.
'Ya sabes a lo que me refiero...medianoche, un camino frío y solitario en el bosque, la inquietante oscuridad y en ella un par de grandes ojos brillantes sobre un árbol muerto que la niebla abraza, desde allí se puede escuchar un tétrico y breve sonido grave antes de que un búho tome vuelo.'

domingo, 4 de enero de 2015

Batallas.

Ellos pensarán que sí, que están, pero no.
Y no están desde hace tropecientas noches, tres cervezas de más, un cigarro consumido, y una sonrisa de menos.

No puedes estar si no estás.

No puedes engañar a la vida y a la indiferencia
que me acompaña
- sin quererlo - 
desde que,
perdona,
empecé a ser egoísta
y no ver ni por ti ni por los demás.

De cuándo me cansé en prestar mi brazo roto, mi corazón lleno de balas y mi puzzle sin acabar
para que tú y los demás se dejaran caer,
sin pensar que,
la balanza también a veces se cansa de aguantar peso.

El equilibrio está roto.

Y créeme que si me rompo en más pedazos, ese día no seré yo quién se haya roto. Sino mi alma, que ya está quebrada,
y es lo único que me sostiene para no huir,
sino irme a tiempo,
y con ello,
despedirme con un beso.
O dos.

Según tú me quieras recordar.

Y yo salvarme a mí misma,
porque sé que esto sólo es coraza mía y debo recuperarme a tiempo. Sin que nadie la invada,

Ya ni siquiera es grieta ni cicatriz, sólo líneas mal dibujadas en zigzag.
Anhelando ser ahogadas en una copa de un viejo ron, con un mensaje en una botella esperando a ser lanzado al mar,
y yo con él.
Cayendo como el ligero peso de una pluma esperando de nuevo a ser tatuada en el costado derecho recordando no volver hacia atrás.

Y vivir, de una vez por todas,
y por mí.


Es por eso,
que,

a esta batalla la llamaré naufragio.