¡Disculpad mi osadía!


La fortaleza de la soledad.
'Ya sabes a lo que me refiero...medianoche, un camino frío y solitario en el bosque, la inquietante oscuridad y en ella un par de grandes ojos brillantes sobre un árbol muerto que la niebla abraza, desde allí se puede escuchar un tétrico y breve sonido grave antes de que un búho tome vuelo.'

domingo, 31 de agosto de 2014

Huracán.

Ella era diferente a todas las demás. 
Desde el momento en que no era amante de los animales ya supo que iba a ser diferente. Y rara, muy rara.

Ella rompía sus propios esquemas. 
Le gustaba salir pero no relacionarse. A ella le gustaba reír, pero no mostrar caras falsas. Le gustaba bailar, pero no tenía a quién impresionar.

Ella era la chica tímida, la chica solitaria. La torpe, la más reservada, la que escuchaba música rara. Pero no, no es que escuchara música extraña... sino que le daba vida a sus oídos, y a sus emociones. No seguía las modas. Ella era... ella.

Ella rompía el prototipo de chica normal. Empezando desde no gustarle el helado de chocolate, pasando por no saber tocar ningún instrumento, terminando por no practicar ningún deporte.

Ella sabía que no era la persona más perfecta pero es que tampoco era la más cuerda. Llevaba unas cuántas sogas al cuello, y eso no veas como asustaba.

Su inconformismo le llevaba a pensar que la aceptarían como tal, porque sí, al principio gustaba pero después, todos se cansaban demasiado rápido.

Ella era todo ruinas, y un día, sería todo tierra.


Y entonces, desde ese día y desde todas sus rarezas ya supo que no era para él. Lo diferente gustaba, pero lo raro no. Y ella rozaba todas sus posibles anomalías.

lunes, 18 de agosto de 2014

Tres puntos suspensivos con cara de punto final.

¿Te pensabas que esta vez ibas a ganar? 
Ni que fuese tú propia guerra.
¿Te pensabas que iban a luchar en tu lugar? 
Ni que fuera su propia paz.

No busques hacerte a un lado, porque querida, 
ya estabas a un lado antes de formar parte. (Suponiendo que la formaras.)

Para romper un corazón roto siempre hay tiempo. Para ir con cuidado de no pisar sus grietas y recomponerlo, no. ¿Crees que alguien va a pararse a recomponer un desastre que no le perteneces?

No.
No.
No.
A todo el mundo le gusta la ciudad en ruinas, los corazones rotos, las personas caóticas...
pero viéndolas desde fuera.
Porque desde fuera es bonito, se pueden hacer buenas fotos.

Como los libros de buenas portadas y sinopsis bonitas que gusta ojear
pero que nadie se queda.

Como los semáforos de los recuerdos,
de nuestros besos, o esos momentos...
Como cruzar sin mirar por la impaciencia
de llegar a nuestros encuentros,
que ya no importa, no hay prisa, porque ya no estás.

Como esperar en un portal,
sudando por los nervios,
de besarte lento
y apetecerte una vez más.

Como todo eso que ya no existe, porque esta es guerra es mía
y ya no me quiero salvar.

Como esos tres puntos suspensivos de nuestra vida con cara de punto final.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Ella era su propio fantasma.

Quiero conocerla.

Quiero conocerla porque ella se tiene miedo a ella. Tiene miedo a que alguien, un día, rompa sus esquemas, y que además se quede para construirlos de nuevo.

Ella tiene miedo a ella en el espejo, porque le mira raro. Y a veces, hasta le sonríe. Ella nunca se rinde, aunque ya no haya más grietas que pisar, ni más corazón que pisotear. Ella quiere huir porque sabe que es la solución, pero prometió no irse. Y es lo que hacía, quedarse. En medio de sus sombras, haciéndose hueco entre el desastre, el desorden, el caos, sus demonios.

Ella quería estar para ella, y besar sus cicatrices. Porque hasta ahora nadie lo había hecho. Y ya no tenía quien le besase la clavícula, ni mordiera su cuello, ni le abrazara por la espalda, ni quien se desvelara para abrazar sus pesadillas.
Lo único que ella tenía, era una cama vacía y muchos sentimientos, a puntito de morir con ella.

Quiero conocerla, a ella y a mi. Ella es tan yo, y yo tan ella.

miércoles, 6 de agosto de 2014

A veces.

No soy tuya ni de nadie’.
A veces, tampoco mía.

Soy, por ejemplo, muy tuya;
de mis ganas
de nosotros,
de comerte 
con los ojos,
de callarte
con los labios,
de cruzar semáforos en rojo
por si me salvan,
de perderme
entre sábanas,
de susurrarte
entre orgasmos,
de bailarnos
en la lluvia,
de hacernos
con el aire,
de deshacernos
en la cama.

No sé, a veces también soy muy mía, 
y de las ganas que me tengas.