¡Disculpad mi osadía!


La fortaleza de la soledad.
'Ya sabes a lo que me refiero...medianoche, un camino frío y solitario en el bosque, la inquietante oscuridad y en ella un par de grandes ojos brillantes sobre un árbol muerto que la niebla abraza, desde allí se puede escuchar un tétrico y breve sonido grave antes de que un búho tome vuelo.'

lunes, 18 de agosto de 2014

Tres puntos suspensivos con cara de punto final.

¿Te pensabas que esta vez ibas a ganar? 
Ni que fuese tú propia guerra.
¿Te pensabas que iban a luchar en tu lugar? 
Ni que fuera su propia paz.

No busques hacerte a un lado, porque querida, 
ya estabas a un lado antes de formar parte. (Suponiendo que la formaras.)

Para romper un corazón roto siempre hay tiempo. Para ir con cuidado de no pisar sus grietas y recomponerlo, no. ¿Crees que alguien va a pararse a recomponer un desastre que no le perteneces?

No.
No.
No.
A todo el mundo le gusta la ciudad en ruinas, los corazones rotos, las personas caóticas...
pero viéndolas desde fuera.
Porque desde fuera es bonito, se pueden hacer buenas fotos.

Como los libros de buenas portadas y sinopsis bonitas que gusta ojear
pero que nadie se queda.

Como los semáforos de los recuerdos,
de nuestros besos, o esos momentos...
Como cruzar sin mirar por la impaciencia
de llegar a nuestros encuentros,
que ya no importa, no hay prisa, porque ya no estás.

Como esperar en un portal,
sudando por los nervios,
de besarte lento
y apetecerte una vez más.

Como todo eso que ya no existe, porque esta es guerra es mía
y ya no me quiero salvar.

Como esos tres puntos suspensivos de nuestra vida con cara de punto final.

1 comentario:

  1. ¿Te pensabas que esta vez ibas a ganar?
    Ni que fuese tú propia guerra.
    ¿Te pensabas que iban a luchar en tu lugar?
    Ni que fuera su propia paz.

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