¡Disculpad mi osadía!


La fortaleza de la soledad.
'Ya sabes a lo que me refiero...medianoche, un camino frío y solitario en el bosque, la inquietante oscuridad y en ella un par de grandes ojos brillantes sobre un árbol muerto que la niebla abraza, desde allí se puede escuchar un tétrico y breve sonido grave antes de que un búho tome vuelo.'

martes, 7 de octubre de 2014

De corazón a coraza.

Aparte de ser la chica que le encanta pasear por casa en bragas, 
también es la chica que le gusta vestir ropa ancha. 
Aunque casi nunca lo haga.

Más ancho viste el corazón que ya no le cabe ni una grieta más. 
Que se rompió sobre roto y ya no hay quién se atreva a enamorarse de sus añicos de cristal. 
Con pintitas de acidez, paladar amargo. De color negro, sabor cicatriz.

Y así va, de un extremo a otro, 
de querer a conciencia a querer sin querer. 
Del pelo muy revuelto, 
a la sonrisa muy recogida. 
Del mucho brillo en los ojos a las más que notables ojeras.

Ella pasa de vivir en un terrible caos, 
a poner el máximo orden dentro de él.

Y así, va de un extremo a otro, sin importarle qué.

Lo único que ella conserva es el rojo de sus labios. 
Y da igual si está triste o vacía, 
menos triste, o sólo está tratando de vivir, inventándose la sonrisa. 

Eso es lo que más me gusta de ella. Que el rojo siempre le queda bien.
Hasta cuando piensa que debe ponérselo porque un día, alguien, vendrá a quitárselo.
Y a comerle lo que queda de coraza. Y a besar sus cicatrices, y a abrazar sus pesadillas.

Ella sonríe porque un día va a inventar su propio 'sexo de la risa'. 
Y respirar su inercia será su única debilidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario